El Col·legi de Metges de Tarragona lamenta profundament la seva mort. La Junta de Govern del COMT vol transmetre el seu condol als familiars i amics.

Neus López Aguilà nació el 12 de julio de 1958 en L’Hospitalet de Llobregat. Era la mayor de tres hermanos en el seno de una familia humilde y trabajadora en la que no existían antecedentes de médicos. De hecho, ninguno de sus miembros había accedido nunca a la universidad. Ella fue la primera en abrir ese camino y lo hizo con decisión, estudiando Medicina en el Hospital Clínico de Barcelona y licenciándose en 1983 en la especialidad de Medicina General. Desde entonces dedicó su vida a cuidar de los demás.

Tras unos primeros años trabajando en el Institut Català de la Salut (ICS), en 1994 se incorporó al Hospital Sant Pau i Santa Tecla de Tarragona, en el servicio de Urgencias. Su vocación y buen hacer la llevaron, en 2005, a liderar programas de atención a la mujer en la Asistencia Primaria, acompañando a muchas pacientes en procesos tan delicados como el cáncer de mama o el de cérvix, así como en la menopausia y sus efectos, además de otras patologías. Una labor que llevó a cabo en el CAP Llevant de Tarragona, así como en Torredembarra y Calafell, donde dejó huella por su implicación, cercanía y profesionalidad. De hecho, muchas pacientes encontraron en ella no solo a una médica, sino también a alguien que sabía escuchar y acompañar en los momentos difíciles.

Neus fue una gran amante de los animales y, en especial, de los caballos. Y aunque en su juventud había soñado con estudiar Veterinaria -una carrera a la que tuvo que renunciar porque entonces no se ofrecía en Barcelona-, la Medicina se convirtió en el camino en el que desarrolló su enorme entrega y capacidad de cuidado.

Y es que supo hacer de su amor por la equitación, deporte que practicaba con notable habilidad, una extensión de su vocación médica y un acto de entrega hacia los demás: se formó en hipoterapia y dedicó parte de su tiempo a ayudar a personas con discapacidad a través del vínculo con el caballo, tanto de manera privada en una hípica como en el Centro de Educación Especial Solc, ubicado en la antigua Universidad Laboral de Tarragona. En esa conjunción de dos de sus grandes pasiones, la medicina y el caballo, encontró una de sus mayores satisfacciones vitales, pues era uno de los lugares donde más feliz se sentía.

Su gran compañero en este viaje fue Francisco Rodríguez Casado, también médico de familia y a quien conoció en el instituto Isaac Albéniz de Badalona con 16 años. Unidos por el deseo de estudiar y dedicarse a la Medicina, comenzaron a salir al finalizar el COU, poco antes de entrar en la universidad. Y ya no se separaron nunca. Estudiaron juntos, se apoyaron en cada etapa de la vida, formaron una familia y construyeron una relación sólida, caminando de la mano hasta el final. De ese amor nació su hijo Francesc.

Quienes tuvieron la fortuna de conocerla y compartir momentos con ella la recuerdan como una mujer con una alegría contagiosa, con un humor ácido y sarcástico que arrancaba carcajadas, incluso en los momentos más serios. Siempre comprometida, tanto con su familia como con sus pacientes, era generosa, directa, vital. Amaba su trabajo, a su familia, a sus pacientes, a sus caballos. Amaba la vida.

En diciembre de 2024 le diagnosticaron un cáncer de lengua que, pese a los esfuerzos médicos y al tratamiento, se la llevó demasiado pronto. Falleció el 24 de agosto de 2025, dejando un vacío profundo en todos los que la quisieron y la admiraron, tanto en el entorno laboral y profesional como en el personal. Su vida fue un testimonio de esfuerzo, amor por la medicina, pasión por los animales y una capacidad única para iluminar a quienes la rodeaban. Su recuerdo perdura en su familia, en sus compañeros, en sus pacientes y en todas aquellas personas a las que hizo sonreír y a las que cuidó con tanto cariño.

Por Álex Saldaña