El Col·legi de Metges de Tarragona lamenta profundament la seva mort. La Junta de Govern del COMT vol transmetre el seu condol als familiars i amics.

Juan José Ferrer Burillo nació en Zaragoza el 14 de junio de 1955, y desde muy joven tuvo clara su vocación médica, una senda en la que no tenía antecedentes familiares y que lo diferenció del resto de sus cuatro hermanos. En su ciudad natal se formó como médico y especialista en Otorrinolaringología, disciplina a la que consagró su vida con una dedicación ejemplar.

Llegó a la provincia de Tarragona tras saber que en el Hospital Sant Joan de Reus se habían abierto unas plazas, ejerciendo allí su profesión. Después cambiaría la ciudad de Reus por la de Tarragona, desplazándose a trabajar al Hospital Joan XXIII, aunque también dejó su sello profesional en la Xarxa Santa Tecla y en la consulta privada en la que ofrecía sus servicios, también en la ciudad de Tarragona. El hecho de atender a los pacientes en tres centros sanitarios distintos de forma simultánea es un reflejo de su enorme capacidad de trabajo y de su entrega a una profesión que ejerció siempre con gran implicación, cercanía, respeto y humanidad. 

En el plano personal, tuvo cuatro hijos, aunque ninguno de ellos siguió sus pasos y se dedicó a la Medicina. En 2013 conoció a Nati Méndez, una auxiliar de enfermería que, como él, trabajaba en el Hospital de Santa Tecla. Con ella compartió una relación que se consolidó con su boda en 2019. Juntos formaron un tándem vital lleno de complicidad, afecto y proyectos.

Aunque su vida giró en torno a la medicina, Juan José también supo buscar sus espacios mediante los que liberarse de la presión diaria. En este sentido, le gustaba nadar y, sobre todo, practicar el senderismo, subir y bajar montañas y realizar rutas caminando en el Pirineo, donde se sentía libre y en paz. Amante de la naturaleza como era, tenía una furgoneta camperizada con la que realizaba viajes en compañía de Nati, que le secundaba en esta afición. De hecho, poseían un refugio en Bujaruelo, cerca de Panticosa y del valle de Ordesa, un lugar que se convirtió en su particular rincón de desconexión donde les gustaba aislarse y olvidar por unos momentos las obligaciones cotidianas.

El 22 de agosto de 2025, a los 70 años, un cáncer truncó sus planes y su camino. Sin embargo, la memoria del Dr. Ferrer Burillo sigue viva en quienes lo conocieron: en los pacientes agradecidos por su trato humano, en los compañeros que compartieron con él la vocación médica y en sus seres queridos, que guardan para siempre el recuerdo de su sonrisa y de su bondad.

Por Álex Saldaña

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