El Col·legi de Metges de Tarragona lamenta profundament la seva mort. La Junta de Govern del COMT vol transmetre el seu condol als familiars i amics.
Data neixement
08/02/1930
Data defunció
06/10/2025
Especialitat
Médico de familia
José Luis Sardaña Blasco nació en Zaragoza el 8 de febrero de 1930. Fue el menor de seis hermanos y creció en el seno de una familia vinculada con el ámbito sanitario, pues su padre era practicante, como lo era también su hermano Manuel, quien tuvo mucho que ver con el hecho de que José Luis se decantara por la medicina, una vocación que también transmitió a sus hijos, dos de los cuales son médicos, otro, enfermero y otro, visitador médico.

Así que a nadie extrañó que el joven José Luis decidiera estudiar Medicina, carrera que cursó en la facultad de Zaragoza. Acabados los estudios, no tardó en ejercer su profesión, primero como interino y poco después como propietario de la plaza de médico titular, en diferentes poblaciones: Pozuelo de Aragón (Zaragoza), en 1958; Ores (Zaragoza), de 1957 a 1958; Embid de Ariza (Zaragoza), de 1958 a 1959, como interino y, posteriormente, de 1964 a 1965, como propietario de la plaza; Zalla (Vizcaya), de 1959 a 1961; Munébrega, La Vilueña y Valtorres (Zaragoza), de 1961 a 1964; Vinebre (Tarragona), de 1965 a 1973, y El Morell (Tarragona), de 1973 hasta su jubilación, en 1995.
Fue un profesional totalmente entregado a su trabajo, que era también su pasión y a la que dedicaba las 24 horas del día. Sus hijos recuerdan los golpes en la puerta del domicilio a horas intempestivas de la madrugada y aquella frase que se les quedó grabada: “Doctor, doctor, tiene que venir…”. Y José Luis siempre iba. También perdieron la cuenta de tantas comidas de familia que se vieron interrumpidas porque su padre tenía que salir disparado a atender a un paciente. Y, a pesar de esas inoportunas llamadas, él, hombre tranquilo y discreto que escuchaba con atención y se interesaba por los problemas de los demás, siempre atendía a sus pacientes con amabilidad y empatía. Conocido por tener un ojo clínico certero y una ética impecable, se hacía querer y respetar tanto por sus pacientes como por sus compañeros de profesión. En aquella época, al no haber un ambulatorio en cada población, eran los mismos médicos los que hacían las ‘guardias’, se suplían y se ayudaban entre sí para dar servicio a los pueblos cercanos. Allí donde ejerció, dejó huella, en forma de muchos y apreciados amigos y de pacientes que todavía hoy hacen llegar a su esposa e hijos comentarios de agradecimiento y palabras amables, testimonios del buen recuerdo que dejó en las personas que atendió.
Conoció al amor de su vida por casualidad. Caminaba por el Paseo de la Independencia de Zaragoza cuando la vio paseando con su hermana y unas amigas. Decidió seguirla, hasta que la alcanzó y se presentó. Se llamaba Julia. La familia de ella también estaba vinculada a la medicina: el abuelo de Julia era médico en un barco de pasajeros y su hermano mellizo fue un buen cardiólogo en Zaragoza. O sea, que siempre estuvo rodeada de médicos. Después de tres años de noviazgo, se casaron y pasaron toda la vida juntos. Solo la muerte de él pudo separarlos, dos días antes de que celebraran el 66º aniversario de boda. El matrimonio fue tan feliz como fructífero; tuvieron nueve hijos: José Luis, Marta, Francisco José, Manuel, Santiago, Pablo, Enrique, Julia y Eugenia. Fue aquel un hogar lleno de cariño, dedicación y, cómo no, mucho movimiento.
Pero, además de su pasión por la medicina y por la familia, José Luis destacó como gran deportista. Fue campeón de Aragón de natación en las pruebas de 200 metros y en relevos, y siempre recordaba su época competitiva en el Stadium Casablanca de Zaragoza. Enseñó a todos sus hijos e hijas a nadar y les inculcó la pasión por este deporte. Con mas de 85 años aún competía con ellos en la piscina o en el mar. También le gustaba el tenis de mesa (fue subcampeón de Aragón). Además, tenía otros hobbies, como caminar, leer, viajar con la familia y pescar. De hecho, los fines de semana y en vacaciones salía durante horas con su embarcación. Era una actividad que lo relajaba.
Durante su enfermedad siempre estuvo en su hogar y contó con el cuidado, la atención y el cariño de su esposa y de sus hijos e hijas. Falleció el 6 de octubre de 2025, a los 95 años, dejando a sus descendientes un legado de ética, paciencia, respeto, empatía y dedicación y una profunda huella de cariño en todos los que tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino.
Por Álex Saldaña
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