La feminización de la profesión sanitaria es un hecho evidente. En la actualidad en el COMT hay más médicas que no médicos colegiados, pero revertir estas cifras, no ha sido fácil y ha sido necesario luchar contra estereotipos.
“Con frecuencia he sido cuestionada, especialmente para mujeres sobre cómo podría conciliar la vida familiar con una carrera científica. Bueno, no ha sido fácil “. Es a Marie Curie, científica y pionera en el campo de la radiactividad, a quien se le atribuye esta frase pero seguro que más de una médica, al leerlo, se ha encontrado identificada.
No hay discusión posible, la profesión de la medicina en los últimos años se ha feminizado y las cifras lo ilustran; según el Ministerio de Universidades, en el año 2020 se matricularon 7.688 estudiantes a cursar la carrera de medicina, 5383 de los cuales eran mujeres. Una tendencia que también se refleja en el Colegio de Médicos de Tarragona actualmente, donde encontramos 1.874 médicas colegiadas frente 1.656 hombres.
Para llegar a revertir esta situación han tenido que pasar años, pero también, romper barreras y estereotipos. Estudiar medicina 40 años atrás o empezar a trabajar como tal, no era igual que como puede resultar hoy en día. Con sus 66 años, la Doctora Cinta Jardí, licenciada en Medicina y Cirugía y con el título propio de foniatra por la Universidad de Salamanca, confiesa que en sus inicios “en el ámbito hospitalario, sí era un desprecio disfrazado de protección el que se daba a las mujeres ” por el hecho de que fueran médicas. En la misma línea, la Doctora Meritxell Arenas, jefa del servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Sant Joan de Reus, afirma haberse sentido “menos valorada” por el hecho de ser mujer y médica, pero para ella “pesan más los momentos gratificantes del día a día, donde puedes ayudar a resolver muchos problemas médicos a pacientes ya las familias “.
Quién no ha vivido este tipo de situaciones ha sido la doctora Carla Meler, MIR de tercer año especialista en otorrinolaringología en el hospital Joan XXIII de Tarragona. Para ella “la mentalidad de la sociedad ha evolucionado y se ha adaptado a los nuevos tiempos que corren. Ahora, prácticamente todo el mundo ha normalizado el hecho de que haya médicas a sus consultas, y más ahora que cada vez hay más “. Sin embargo, no ha estado exenta de conocer historias de compañeras que cuando decidieron hacer medicina, “su familia no lo aprobó, ya que en aquellos tiempos era una profesión de hombres y estaba mal visto que una mujer accediera”.
Es en la colegiación más antigua, más de 70 años, es donde se ilustra como los médicos son mucho más numerosos, 297 frente 44 médicas. Una situación que se mantiene en los años anteriores, pero que a partir de los 50 años, se revierte y encontramos más médicas que no médicos colegiados.
Justificar el hecho de ser mujer y médica era un hecho habitual años atrás. La doctora Jardí destaca que, a pesar del aumento de las mujeres que han cursado los estudios de medicina, les ha hecho falta trabajar bastante para demostrar su valía. “Las mujeres hemos tenido que demostrar que éramos buenas, los hombres en general, se les suponía”. Idea que comparte la Doctora Arenas, que a pesar de no vivir personalmente el concepto techo de cristal, sí que ha visto como “en otros servicios, la cara visible es un médico y quién hay detrás haciendo las tareas de organización asistencial, de investigación y docencia del servicio, es una médica “.
749 médicas de entre 35 a 50 años forman el grueso central de la colegiación del COMT, 387 serían médicos. Años donde la actividad laboral y formativa es clave y, para la profesional sanitaria es, quizás, la más complicada tal como afirma la jefe del servicio de Oncología Radioterápica del Sant Joan de Reus: “Eres madre y tienes hijos pequeños… y en el caso de las médicas tenemos que seguir estudiando y actualizarnos toda la vida. Cuando tienes los hijos pequeños es cuando empiezas y cuando más tienes que estudiar para ofrecer la mejor atención médica científicamente hablando. Mis hijos siempre me dicen: mamá toda la vida estudiando “.
La doctora Meler comparte esta opinión y añade otro concepto largamente reivindicado: “uno de los principales retos que tenemos es conseguir una buena conciliación laboral y familiar. Un problema que tenemos las mujeres médicas es que acabamos la carrera con 25 años, continuamos con la formación sanitaria especializada (MIR) hasta los 29-30, y después nos incorporamos a un nuevo trabajo como adjuntas. Todo ello hace que aquellas médicas que quieren ser madres, acaben retrasando la maternidad a costa del sistema “.
La tendencia de esta profesión lleva un adjetivo implícito: feminización. Si las futuras generaciones de médicos, como se indicaba en el inicio del artículo, serán mujeres, los profesionales más jóvenes ejerciendo en Centros de Atención primaria y Hospitales del Camp de Tarragona y Tierras del Ebro ya lo son. Actualmente el COMT, hay 393 colegiadas menores de 35 años y respecto a los colegiados, son poco más de 150. A todas ellas, tanto las que comienzan el largo camino de la universidad como las que se inician en el ámbito laboral, la doctora Jardí les aconseja “que crean en lo que hacen. Que se preparen mucho y que nunca pierdan la curiosidad por saber más. Que huyan de la mediocridad, y que como mujeres médicas, no permitan nunca que se haga una injusticia a ninguna compañera por el hecho de ser mujer “.
Parece pues que se avanza en la dirección correcta pero, tal y como indica la Dra. Meler hay que seguir trabajando. “Vamos por el buen camino, las mujeres cada vez estamos más presentes en la sociedad laboral y también en los altos cargos, pero aún queda mucho trabajo por hacer”. Opinión compartida por la doctora Arenas aunque matiza que “aún nos queda camino por recorrer, sobre todo en cuanto a cargos directivos”.