Roger Pla Farnós
Col. nº 4300927

Somos uno de los países donde la esperanza de vida es más alta, fruto de un estilo de vida, una climatología y un sistema de salud universal bastante bueno en conjunto, lo cual está muy bien y es una suerte que sea así, pero vivir muchos años se acompaña también de más oportunidad de enfermar y debilidades como por ejemplo la soledad, la fragilidad y la dependencia física y/o económica.

Los tiempos que vivimos no son plácidos; índice de paro alto, contratos de trabajo precarios , grandes movimientos migratorios forzados por guerras y pobreza, deterioro de la democracia por la corrupción, perspectivas poco alentadoras. Para afrontarlo nos puede ir bien tener presente el sentido de esta frase vieja y olvidada que “la salud no tiene precio, pero tiene unos costes”.

Justo hace unos días hemos tenido la posibilidad y la suerte de poder escoger libremente nuestros representantes a las instituciones de gobierno. En sus discursos, todos ellos llenos de promesas electorales, no recuerdo ninguno acompañado de una aclaración de donde saldrá el dinero. Está claro, esto no aporta ilusión y, por lo tanto, no aporta votos. La realidad siempre se acaba imponiendo. Toda prestación de un servicio lleva un consumo de recursos que no podrán ser utilizados por otras necesidades. No hay más cera que la que arde.

¿Cómo hacer frente a las demandas y necesidades de nuestro sistema nacional de salud?

La OMS en uno de sus informes que trata de la sostenibilidad de los sistemas de salud pone encima la mesa la dificultad que tendrán los gobiernos para financiar el cien por cien de las prestaciones e innovaciones terapéuticas al cien por cien de la gente.

Sabemos que la cultura facilita la salud y que ambas calidades ayudan a construir un país saludable y económicamente próspero en una sociedad democrática.

Los líderes sociales y políticos también tendrían que difundir el concepto salud para que la sociedad se lo hiciera suyo y lo integrara en su día a día.

Los políticos, “Primus Interpares” (los mejores de nosotros) tienen que tomar decisiones, consensuándolas, priorizándolas y explicando los porqués, que tienen que ser comprensibles aunque no gusten.

No nos ayudará ni la demagogia ni las promesas electorales que no se puedan cumplir. No podemos crear cortinas de humo.

La economía de un país y sus reglas son parecidas a la economía doméstica. Es decir: hay que saber el dinero que entra, los gastados y en qué. Hay que ahorrar y tener claro nuestras prioridades en gasto corriente e inversiones. Saber si nos podemos hipotecar y hasta cuánto. Y todo esto hacerlo dialogando con transparencia y asumiendo las consecuencias sean cuáles sean.

El sistema sanitario es un instrumento para mejorar la salud y hay que saber de manera clara el uso que le damos y qué nos cuesta. Es responsabilidad de todos juntos; de los políticos, de los gestores, de los profesionales y también de los ciudadanos su buen funcionamiento.

Las medidas de la calidad y la eficiencia del sistema sanitario son las herramientas que nos ayudarán a entender cómo está de saludable el sistema sanitario y la sociedad.

Hemos de buscar contestar estas preguntas:

  • ¿ Cuál es el estado de salud de la población, hábitos de vida saludables y si estamos mejorando?
  • ¿ Se distribuyen los recursos económicos de una manera equitativa y con qué criterios?
  • ¿ Hacen nuestras instituciones sanitarias buen uso de los recursos asignados y obtienen los resultados esperados en las diferentes prestaciones de servicio?
  • ¿ Podemos, los ciudadanos de la provincia de Tarragona tener instituciones de excelencia y prestigio internacional?
  • ¿ Qué tendríamos que hacer para lograrlas?
  • ¿ Están los profesionales satisfechos con las personas con cargos de responsabilidad, sus instituciones que se les permita hacer su tarea con la calidad que hace falta?
  • ¿ Estamos los usuarios contentos del trato recibido cuando hacemos uso de los recursos sanitarios?

Para responder estas preguntas y otras que nos podríamos hacer, necesitamos liderazgos políticos inteligente, dialogante y que miren más allá de las próximas elecciones. Los profesionales y los ciudadanos lo agradeceríamos y el país lo necesita.