El impacto del cambio climático en la salud y en el sistema sanitario fue el tema central de la 22ª Jornada de Verano de la Profesión Médica, celebrada el pasado 19 de julio en Puigcerdà y organizada por el Consejo de Colegios de Médicos de Catalunya (CCMC) dentro de la Universidad de Verano de la Universidad Ramon Llull (URL)

Bajo el título Cambio climático y salud planetària, la jornada abordó este reto desde diversas perspectivas de la mano de médicos de diferentes especialidades que compartieron reflexiones y estudios recientes a través de los cuales se hizo evidente que hoy ya no es posible concebir la salud sin los adjetivos “global” y “planetaria”.

El presidente del CCMC y presidente del Colegio de Médicos de Girona (COMG), Josep Vilaplana, dio la bienvenida a los asistentes destacando el valor de esta tradicional jornada, que año tras año invita al debate y a la reflexión en un ambiente distendido. También participaron en la bienvenida institucional el coordinador médico de la Asociación Universitaria de Cerdanya (AUCer), Enric Subirats; la responsable de formación de AUCer, Maria Josep Puente; el director gerente de la Fundación Hospital de Puigcerdà, Lluís Carreras, y el director general adjunto del Hospital de Cerdanya, Grégory Guibert.

El título de la conferencia inaugural, Salud planetaria: cuando la salud humana y la del planeta van juntes, resumía a la perfección la esencia y el sentido de la jornada y corrió a cargo de todo un referente en la materia: el doctor en Medicina, investigador senior de ISGlobal y copresidente de The Lancet Cowntdown Europe, Josep Maria Antó. La presidenta de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Barcelona (CoMB) y especialista en medicina preventiva, Magda Campins, introdujo la conferencia de Antó, insistiendo en el concepto de one health y en la necesidad de tomar definitivamente plena conciencia de la interrelación entre la salud humana, la salud animal y la salud del planeta.

Josep Maria Antó empezó su intervención recordando que la actividad humana, especialmente en los últimos 70 años, ha desestabilizado un sistema de temperaturas y ciclos autorregulados del planeta que se habían mantenido estables durante miles de años. La biodiversidad, la calidad del suelo (y, por tanto, la producción de alimentos) o el sistema de aguas dulces y saladas se han visto gravemente alterados. Asimismo, en ese mismo periodo de tiempo, la salud humana ha ido registrando mejoras históricas, algo aparentemente paradójico que “sólo ha sido posible a expensas de los recursos naturales del planeta”, alertó Antó. Pero hoy sabemos que “la salud humana y la salud del planeta van juntas”, recordó. Un cambio de paradigma que, según Antó, exige “imaginación”, también por parte de los médicos, para cambiar la forma de pensar y actuar. “Tenemos un problema de urgencia: necesitamos generar evidencias porque necesitamos actuar”, concluyó el experto, reconociendo la enorme dificultad de gestionar los nuevos retos y de plantear objetivos a escala mundial.

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Mesa 1. Impacto del cambio climático y necesidades asistenciales presentes y futuras

La médica de urgencias y miembro de la Junta de Gobierno del CoMB Mireia Puig introdujo la primera mesa, poniendo énfasis en que los efectos del cambio climático ya están afectando de forma clara la vida y la salud de las personas, muy especialmente, las de las más vulnerables.

El impacto de las temperaturas extremas y de las olas de calor se relaciona con un incremento de la mortalidad y de los ingresos hospitalarios (principalmente por intoxicaciones, alteraciones renales y urinarias, endocrinas, trastornos mentales y problemas perinatales) y afecta especialmente a personas vulnerables, tanto desde el punto de vista biológico como social. Lo recordó la médica de familia del EAP Martorell (ICS) y vicesecretaria del CoMB, Sònia Miravetz. Estas circunstancias obligan, según Miravet, a ser cada vez más proactivos en la identificación del nivel de riesgo de los pacientes y en el refuerzo de los controles de pacientes y de medicación (con especial atención a fármacos como los depresores del sistema nervioso central). Miravet también recordó que hay que evaluar las intervenciones: “Hace años que se instauró en Catalunya el plan de actuación ante las olas de calor, pero sabemos poco sobre su evaluación”, afirmó.

“Quizás todavía no somos suficientemente conscientes de lo que estamos viviendo. Hay muchas cosas que pensábamos que no podrían ocurrir y que están pasando”. Así inició su intervención el especialista en enfermedades infecciosas del Hospital del Mar y miembro de la Junta del CoMB, Robert Güerri. El incremento de las temperaturas ha alterado los ecosistemas y ha propiciado, por ejemplo, que vectores, como mosquitos y garrapatas, hayan alargado su ciclo biológico durante el año. Esto, sumado al enorme incremento de desplazamientos e interacciones mundiales (sobre todo, a partir de los años 2000 con el auge de las compañías aéreas low cost) ha favorecido que infecciones virales y bacterianas procedentes de otras zonas del planeta hayan encontrado en el nuestro entorno a las condiciones ambientales idóneas para su transmisión. Es el caso de enfermedades como el dengue, la fiebre del virus del Nilo occidental o la fiebre Crimea-Congo, de las que ya ha habido casos autóctonos en España. “De momento, no hemos visto casos graves, pero si se instalan en nuestro entorno más serotipos y se producen reinfecciones, podríamos empezar a verlos”, alertó Güerri. Este experto instó a reforzar la prevención –“¡atención a las vacunaciones!”- y el refuerzo de la salud pública.

Cerró la primera mesa Jordi Serrano, médico emprendedor, cofundador de The Planet Health Innovation Network, quien destacó la necesidad de atraer inversiones para poner las herramientas digitales al servicio de la salud planetaria. En este sentido, destacó su utilidad en ámbitos como la telemedicina, el diseño de procesos asistenciales energéticamente eficientes, el control de la medicación y de los pacientes frágiles o incluso la impresión de vacunas con tecnología 3D.

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Mesa 2. ¿Tendremos otras enfermedades y otras pandemias?

El tema de la jornada no podía prescindir de aportaciones hechas desde el ámbito de la salud animal. El veterinario, catedrático de la UAB e investigador del Centro de Investigación en Sanidad Animal (IRTA-CReSA), Joaquim Segalés, recordó que el 75% de las enfermedades emergentes en los últimos años son de origen animal o están relacionadas. Segalés instó a abandonar la tradicional “visión antropocéntrica” de la salud y recordó que, actualmente, vivimos ya una grave “pandemia silenciosa”: la de las resistencias microbianas a los antibióticos, que, en el caso de los animales de granja, ha obligado a reducir en un 60% el uso de antibióticos en los últimos años en el Estado español.

La médica de urgencias, vicepresidenta del Colegio de Médicos de Tarragona (COMT) y moderadora de esta mesa, Carme Boqué, planteó a Segalés hasta qué punto un virus como el de la gripe aviar (H5N1) que últimamente ha afectado explotaciones de vacuno en Estados Unidos, se considera actualmente capaz de desencadenar una nueva pandemia en humanos. Al respecto, el experto en sanidad animal explicó que, en estos momentos, “se sabe que la transmisión de la gripe aviar entre humanos no es fácil, por lo que la OMS no la ha incluido en la lista de enfermedades a las que recomienda dedicarle más esfuerzos”. Ahora bien, si el virus mutara y se adaptara a los mamíferos, “las consecuencias podrían ser nefastas”, advirtió Segalés.

El avance de la malaria en zonas del planeta en las que había retrocedido o, incluso, donde era poco frecuente es, actualmente, motivo de preocupación. Así lo constató el pediatra, epidemiólogo y director general de ISGlobal, Quique Bassat, quien recordó que cada año se producen 150 millones de casos de malaria en un total de 85 países del mundo. “Se trata de una enfermedad que los humanos conseguimos limitar geográficamente, pero recordemos que, a principios del siglo XX, también había malaria en Europa”, puntualizó Bassat. Debido al incremento de las temperaturas, ya se están registrando casos de malaria en zonas de altura de Colombia o Etiopía, donde antes la transmisión era muy difícil, y verdaderas epidemias en países en los que casi había desaparecido, como Pakistán. En España no se ha registrado todavía ningún caso autóctono de malaria, pero sí, por ejemplo, en Estados Unidos. En cualquier caso, Bassat insistió en que no hay que bajar la guardia: “en las marismas del lado del aeropuerto de El Prat encontramos mosquitos Anopheles que, de momento, no están expuestos al parásito de la malaria”.

La pandemia de COVID-19 nos ha dejado mucha literatura sobre las llamadas “lecciones aprendidas”, pero el epidemiólogo y miembro de la Junta del CoMB, Antoni Trilla, puso la atención en lo que todavía no hemos aprendido. Trilla señaló carencias en vigilancia epidemiológica, en salud pública y en investigación que se deben revertir. “Muchas de las enfermedades de las que hemos hablado hoy, hace unos años las explicábamos en las facultades como enfermedades importadas, pero esto está cambiando”, afirmó. Dado que “el riesgo cero no existe, es imprescindible dedicar esfuerzos a detectar las amenazas, vigilar y mitigar, cuando sea necesario”.

La física, catedrática de la UPC e investigadora del grupo BIOCOM-SC, Clara Prats, dejó claro en su intervención que, por ahora, ni la inteligencia artificial (IA) ni los modelos matemáticos pueden predecir cuándo se producirá la próxima pandemia. “Ni siquiera con una infección tan estudiada como la COVID-19, se puede predecir hoy en día cuándo llegará una próxima ola, por lo tanto, aún menos cuando hablamos de algo que no conocemos todavía”, admitió Prats. Lo que sí permiten los modelos matemáticos es detectar “comportamientos extraños”, cambios en los patrones normales que nos indican que algo puede llegar a ocurrir y que deben servir como alerta para activar la vigilancia y hacer prevención secundaria”.

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Mesa 3. ¿Cómo pueden contribuir la profesión médica y el sistema sanitario a reducir su huella climática?

El CCMC incorporó en la última actualización del Código de Deontología la responsabilidad y el deber de los médicos de ser proactivos en la lucha contra la emergencia climática y en la defensa de la salud global, una iniciativa pionera que destacó la vicepresidenta del CoMB, Elvira Bisbe, moderadora de la tercera mesa de la jornada. Bisbe también afianzó el compromiso del CoMB, con apuestas como la reciente constitución de la sección colegial de Médicos de Acción Climática y Salud Planetaria y anunció la inminente creación por parte del CoMB, junto con ISGlobal, de la red de centros de investigación CERCA y el Grupo Interdisciplinario de Profesionales vinculados con la Salud (GIPS), de un grupo de expertos que nace con la misión de actualizar y difundir todo el conocimiento y evidencia disponibles en torno a los efectos de la crisis climática en la salud, con el objetivo de realizar propuestas sobre estudios o intervenciones factibles.

Bisbe dio paso al médico de familia y director general de la Fundación Sanitaria Mollet, Jaume Duran, que resumió los ejes principales que definen al Hospital de Mollet como un hospital sostenible (Green hospital). Duran se refirió a elementos estructurales, como la propia concepción arquitectónica del edificio (con patios de luz, por ejemplo) o la instalación de energía geotérmica, pero también insistió en la gran importancia que tiene el diseño de los procesos y, sobre todo, la implicación de todo el equipo y el papel de los profesionales como prescriptores y modelos (Green ambassadors) a la hora de generar cambios. Duran puso como ejemplo el incremento de la ambulatorización y, sobre todo, la reducción de procesos que, en realidad, aportan poco valor. “Durante los últimos años, nuestra actividad ha crecido un 20%, pero hemos reducido los consumos de agua y eléctrico y nuestra huella de carbono es prácticamente cero”, resumió. Duran reconoció que, aparte de “descarbonizar la actividad”, otro reto es conseguir la “descarbonización de la cadena de suministros”.

La radióloga y presidenta de la Sección de Médicos de Acción Climática y Salud Planetaria del CoMB, Carla Oliva, presentó los principales objetivos de la sección, que se plantean desde el convencimiento de que “el sector sanitario debe actuar ante el cambio climático, por un lado, tratando a las personas, pero también, reduciendo su propio impacto”. Oliva insistió en la necesidad de crear conciencia para pasar a la acción desde distintos ámbitos: desde la gestión de los residuos, a la alimentación o la movilidad, entre otros. En esta línea anunció la próxima convocatoria de unos premios impulsados por la sección que serán un reconocimiento a las buenas prácticas en el sector sanitario. Oliva también reivindicó que la formación en salud planetaria se incluya en el currículum de la formación de grado de Medicina.

“Tenemos claro que desde el sector sanitario generamos una huella importante, por tanto, es imprescindible valorarla para compensarla”, afirmó el médico de familia y director gerente del Instituto Catalán de la Salud (ICS), Xavier Pérez Berruezo. Desglosó algunos de los objetivos que se ha marcado y está llevando a cabo el mayor proveedor del sistema sanitario público catalán, después de una auditoría medioambiental: incorporación de vehículos eléctricos, híbridos y de gas; contratación de energía verde; implantación de paneles fotovoltaicos en 280 centros para que provean energía para satisfacer hasta el 15% del consumo o reutilización textil en las lavanderías son algunos ejemplos de las acciones llevadas a cabo. Además, el nuevo Hospital de Viladecans se ha convertido en el segundo hospital verde de Catalunya, con una apuesta por la geotermia y la iluminación natural, entre otros. “Hoy en día no se puede plantear ningún nuevo centro que no cumpla estándares ambientales”, insistió el director gerente, que destacó como tema clave la gestión de los residuos y puso en valor la concienciación y el conocimiento crecientes de los profesionales en materia de sostenibilidad.

El psiquiatra y jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Clínic, Eduard Bieta, puso sobre la mesa el valor de las acciones de cada uno de los profesionales y, sobre todo, el impacto de la investigación sobre el cambio climático, una aportación que también puede y debe hacer el sector salud. Bieta centró su intervención en el conocimiento disponible sobre el impacto del cambio climático en la salud mental y en los estudios realizados por su equipo a partir de metaanálisis y modelos matemáticos. Entre otras evidencias, destacó la relación demostrada entre contaminantes atmosféricos y demencia o depresión postparto; entre la exposición a partículas de azufre y las recaídas en esquizofrenia o el impacto de las temperaturas extremas en el incremento del riesgo de suicidio.

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Como en ediciones anteriores, en la Jornada también se reservó un espacio más relajado que este año fue conducido por la médica de familia y experta en botánica Adela Martín. Bajo el título Pequeña recopilación de la vegetación de la Cerdanya, Martín hizo un recorrido por las principales especies que caracterizan la flora de la comarca pirenaica: los alisos del bosque de ribera; el roble y el pino silvestre de la montaña media; el abeto y el pino negro de la alta montaña, etc. La médica y botánica también alertó de los efectos del cambio climático en la vegetación de la Cerdanya, debido al incremento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones.

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El presidente del CoMB, Jaume Padrós, cerró la Jornada destacando la calidad de todas las mesas y felicitando a los ponentes. “Lo que preocupa a la sociedad y lo que ocurre en nuestro alrededor también nos preocupa a los médicos”, resumió Padrós en referencia a una de las razones principales por la que el cambio climático y la salud planetaria debía ser el tema central de esta edición de la Jornada de Verano. El presidente del CoMB recordó que Catalunya es el país con la mayor esperanza de vida y, por tanto, son muchas las personas vulnerables que necesitan que el sistema sanitario esté preparado ante los retos que plantea el cambio climático en términos de salud.

Padrós dio paso a la física y meteoróloga Mònica Usart, mujer del tiempo de RAC1 y RAC105, encargada de cerrar la Jornada y la Universidad de Verano de la URL con la conferencia La previsión del tiempo y el cambio climático. Usart hizo gala de su gran capacidad de comunicación y divulgadora a la hora de acercar y hacer comprensibles al público general conceptos y reflexiones de su ámbito de conocimiento.